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Story time: Aterrizaje en Milán

«La verdad estoy muy orgullosa de ti, creo que me daría mucho miedo viajar sola como lo vas a hacer»- dijo mi madre a través de una llamada telefónica.

Aunque sonaba muy tranquila, ese tipo de afirmaciones resonó en mi cabeza por largo tiempo: ¿Por qué? ¿Qué tantas cosas me pueden pasar al viajar sola?

Todo comenzó el año pasado cuando decidí irme de Argentina por 3 meses. La primera parada sería Madrid, donde no iba a estar sola porque me iba a recibir mi tía; la segunda Milán para hacer el curso de Global Fashion Travels por una semana y la tercera París, donde iba a estar dos meses aprendiendo francés con EF.

De un día para otro decidí que era el momento de cumplir ese sueño de irme a otro país a hacer un curso o estudiar un idioma. Era algo por lo que estaba muy segura, pero no podía evitar tener ciertos miedos y que frases como la de mi madre me hicieran dudar.

Me había ido de viaje antes, pero no sola. De igual manera yo estaba clara que no era muy difícil. Creo que lo que sucedía es que en general soy una persona ansiosa. Las esperas, la incertidumbre o las cosas nuevas me estresan.

Recuerdo que de pequeña cuando la mamá de alguna amiga me iba a buscar a mi casa para ir a un cumpleaños, yo no paraba de asomarme por la ventana para ver si había llegado o les preguntaba numerosas veces a mis familiares cuándo iba a llegar. La espera simplemente no me dejaba tranquila

Con esta explicación, es más que obvio que la noche anterior de irme a Milán no dormí absolutamente nada (además que debía levantarme de madrugada porque el vuelo salía temprano).

Al día siguiente todo el plan iba saliendo perfecto. Llegué al aeropuerto a buena hora, hice check-in de mi equipaje, pasé inmigración y conseguí la puerta de embarque sin ningún problema.

 

La historia que subí a mi IG antes de subir al avión

 

Ya en el avión dije: «Bueno perfecto ahora solo queda llegar, tomar mis maletas y buscar al chofer que me va a llevar al Airbnb» y  justo cuando el avión aterrizó…mi celular se apagó.

 

La última foto que pude tomar de la travesía

Así como lo leen… ese aparato electrónico tan necesitado hoy en día, decidió por arte de magia que no iba a prender más, aunque tuviese suficiente batería.

Bajé del avión y esperando mis maletas, sentí que me iba dar un ataque de pánico. Recuerdo que no paraba de apretar al botón de encender del Iphone y que sólo pensaba: «Si de aquí a que salga, no está el chofer que me llevará al Airbnb… no sé qué haré porque no anoté absolutamente nada». No había  anotado teléfonos, direcciones ni nada para poder resolver yo sola.

Por suerte cuando salí, vi a un hombre con un cartel con mi nombre. «Jackpot» me salvé de mi primer miedo.

En el trayecto hacia el apartamento, el señor fue gentil de prestarme su cargador de celular en el carro, pero aún así mi celular no prendía y luego empezaron a nacer otras preocupaciones. Pensé: » cuando llegue no se qué haré, obviamente no tengo llave del apartamento, tendría que esperar que el dueño me reciba para poder entrar». Decidí calmarme, seguro cuando llegara iba a estar la persona del airbnb para recibirme.

Pues estaba muy errada. El chofer estacionó en la calle «Garibaldi», me ayudó a bajar el equipaje y me señaló el edificio donde me iba a quedar. En ese momento le agradecí y dudé por un momento si pedir que le avisara a alguien del curso que ya llegué, pero se despidió tan rápido que la verdad no me dio tiempo de reaccionar.

Yo no podía creer la linda situación en la que terminé, parada en la entrada de un edificio con mi maleta e incomunicada.

Recuerdo que varias personas entraban y salían del edificio y yo sentía sus miradas sospechando de mi (capaz me las imaginaba pero me sentía un poco avergonzada). Me armé de valor para pedirle el celular a una pareja que  escuché hablando español, pero toda la situación fue engorrosa.

Al tener el celular de la señora en mis manos, el plan consistía en entrar a mi correo electrónico, encontrar un número para avisar que llegué y llamar desde ese mismo celular. No sé si mercurio estaba retrógrado o qué, pero Gmail no me dejaba entrar a mi correo hasta que insertara el código de seguridad que le enviaba a nada más y nada menos, que a mi querido celular que no funcionaba (increíble ¿no?).

Me rendí y no me quedó otra que preguntar por un lugar donde pudiesen reparar celulares o en el peor de los casos, que vendan. El señor que estaba junto a la señora me dijo lo siguiente: «Caminando hacia la izquierda vas a ver un Vodafone, pero hoy es feriado así que es posible que no consigas nada abierto»- le agradecí por la información y me dije a mí misma: «No puedo creer que a parte me sucede esto un día feriado».

Antes de seguir sintiéndome miserable mientras esperaba (creo que ya había pasado casi una hora), decidí tomar rumbo con mi maleta y caminar hasta conseguir un lugar donde pudiera encontrar solución.

Mientras caminaba mis esperanzas se desvanecían ya que era cierto, la mayoría de los locales estaban cerradas y no solo eso, comenzó a lloviznar (para hacer más triste el escenario). Estaba a punto de rendirme cuando vi el logotipo de Vodafone y afortunadamente, estaba abierto.

Entré y antes de decidir comprar un celular, le pregunté al chico que atendía si me podía ayudar a reparar el mío. Él me recomendó que fuera a una tienda muy cercana especializada en apple, pero que no estaba seguro si iba a estar abierta. Le dije en inglés: «bueno voy… chequeo que esté abierto y si no, volveré para acá» y  me recalcó que no me tardara mucho porque pronto iban a cerrar.

Caminé las dos cuadras súper rápido para encontrar que efectivamente estaba cerrado, así que no me quedó otra que volver a Vodafone para comprar el celular más barato que tuviesen.

Cuando llegué a la tienda, habían cerrado la puerta y me dije: «No no, esto tiene que ser una broma». Les juro que me iba a poner a llorar, hasta que el chico apareció con cara de «ah, tú otra vez» y sin mucho ánimos, me abrió la puerta. Compré cualquier celular y al ponerle el chip pude volver a conectarme. Sentí como si el alma volviera a mi cuerpo. De regreso al airbnb podía ver esa calle de Milán con más ánimos. 

Lo más gracioso del asunto fue que cuando estaba a punto de llegar al edificio, escucho que un hombre me dice en inglés «¿Eres Ana Beatriz?»- le dije que sí y se presentó como el dueño del Airbnb. Me dijo que todos estaban preguntando por mí y ahí le expliqué todo lo que había sucedido.

Cuando entramos al apartamento creo que seguía en shock porque mientras me mostraba y me explicaba todo sobre las instalaciones, no le podía prestar 100% atención. Seguía un poco desconcertada por todo lo que pasé y creo que con bastante sueño.

Una vez terminado este asunto, continué con los días de la mejor manera, aprendí muchas cosas e hice muchas amigas. Lo más curioso de todo es que, casi terminando la semana, logré ir a la tienda de apple y mi celular se pudo arreglar, lo conectaron y ese día mágicamente encendió. 

La explicación que me dieron fue que se sobrecargó porque tenía muchas aplicaciones abiertas, pero la explicación que me doy a mí misma es que son cosas que pasan para enseñarte algo nuevo (porque de verdad que no pudo tener el peor «timing» de la vida). 

Honestamente yo llevaba tiempo sin estar tan presente, si hubiera tenido mi Iphone estoy segura que la experiencia en Milán no hubiese sido la misma. Además al final de los 3 meses, descubrí que mi madre tenía razón en una cosa: fui muy valiente. Logré mi viaje con independencia y logré resolver cada obstáculo que se me presentó.

 

Foto en el famoso Duomo de Milán

Quise contarte esta pequeña anécdota aprovechando que en el blog tratamos el tema de los miedos.

 

Muchas veces el miedo que sientes se traduce en ansiedad hacia tus planes y es posible que en muchos casos, no quieras avanzar. La realidad es que en la vida siempre nos llegarán situaciones imprevistas que no podemos controlar, pero recuerda que sea lo que sea que pasé, todo es un aprendizaje. Para mí aquí también aplica el dicho » Si la vida te da limones, haz limonada» solo que en este caso los limones son obstáculos que te da la vida y que depende de ti tomarlo de la forma más positiva (aunque te haga pasar un mal momento). Por ejemplo, en la actualidad esta anécdota me da risa y te aseguro que cuando vuelva a viajar sola, siempre voy a anotar las direcciones y teléfonos en vez de depender solo de mi celular.

3 Points


3 thoughts on “Story time: Aterrizaje en Milán”

  1. Juliana Buitrago dice:

    Pude imaginar cada escena en mi cabeza, inclusive sentir tu misma preocupación, sin duda la intensión era tener una anecdota para contar jajaja.. y el señor del airbnb aparecio justo cuando ya tenias un nuevo celular, no pudo ser antes jaja esto es como cuando se te cae un pan y choca contra el piso el lado que tiene mantequilla🤣

  2. Juliana Buitrago dice:

    Pude imaginar toda la situación en mi cabeza, inclusive sentir tu misma preocupación en ese momento, sin duda el objetivo era tener una anécdota para contar🤣, no entiendo porque justo el señor de airbnb aparecio justo cuando ya tenias un celulat nuevo, no pudo ser antes.. eso es como cuando se te cae el pan, y el lado de la mantequilla choca contra el piso jajajaja pero bueno lo máximo la experiencia 😁😁😂

    1. anabdesola dice:

      jajaja totalmente, apareció en el peor momento. Lo que da risa es eso, que una situación estresante termina siendo una anécdota divertida para contar.